Los latidos de San Telmo

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st_bronx

Barrio de magia, encanto, nostalgias, tango y milonga. Sus calles me traen recuerdos de tiempos remotos. Imagino sus historias: de amores, aventuras y festividad. Noches de bullicio, días de travesías con sus gentes mezcladas en los colores de la diversidad. Espíritus que le otorgaron lo que hoy sentimos al recorrerlo. Cuántas personas antes que nosotros hicieron de este lugar su casa, su espacio de encuentros y desencuentros; luchas de forjar un futuro sin perder la esencia.
San Telmo es parte de esta gran ciudad que es Buenos Aires, pero, por si mismo, genera independencia y autenticidad Qué lo hace tan atractivo: su desprolijidad, la mezcla de culturas y razas, su arquitectura, los adoquines en sus calles. San Telmo es frescura y andar tranquilo, y por momentos me da la sensación de estar en una ciudad del Caribe.
Voy buscando por sus laberintos, qué es lo que me atrae de él, me hace sentir cómoda, en casa; su gente refleja bacanería, libertad, expresión, calidez. Los nativos y aquellos que hemos elegido residir aquí formamos un complemento, entretejido en cada rincón.
Los latidos de San Telmo son potentes, es un corazón que tiene el retumbar de una tambora, toques de creatividad, fuerza y expresión. Sonoridad y cadencia, contrastes que me recuerdan a mis queridas Santa Marta y Cartagena en Colombia.
No lo imagino perfecto, con estructuras impuestas por las ordenanzas de un gobierno en busca de tener cada cosa en su lugar. Perdería su esencia, se convertiría en otro de los tantos barrios de la ciudad que con dificultad se distinguen entre ellos. Pero mantener limpias sus veredas y plazas, cuidar del patrimonio debe ser un propósito común, como también resaltar y preservar los pequeños detalles que lo engrandecen.
San Telmo permite que cada uno se nutra de su calidez. Aquí encontré un Sol que abrió su alma para que mis palabras entraran en él y así poder llegar a otras personas. Gracias a El Sol de San Telmo, porque eres parte de la magia y esplendor de este pedacito de Argentina, donde la universalidad se expresa libremente.

—Grace Gómez Henríquez

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